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Lo que hay más allá de los efectos de la escasez del agua potable.

Ene 29, 2024

  • Coordenadas Políticas , Macario Lozano R.

290124.- La población de Toluca padece en estos momentos la mayor escasez e insuficiencia de agua potable entubada que se recuerde. En las calles de muchas colonias se aprecian pipas cargadas de agua para vender. En otras ocasiones se había presenciado el fenómeno, pero sin la gravedad del actual.


Las escenas de pipas que venden agua por la falta en los tinacos y en las redes de distribución son comunes en cada estiaje en alcaldías de la Ciudad de México y los municipios mexiquenses del Valle de México, pero no lo han sido en la capital mexiquense, ante la angustia de las amas de casa y el regocijo de los llamados “piperos” y de las empresas embotelladoras de agua potable, que están vendiendo, obteniendo ingresos y ganancias como nunca.


Las autoridades federales, estatales y municipales que atienden los servicios de agua potable, desde su captación, almacenamiento, conducción y distribución en los domicilios y empresas tienen pocos márgenes de maniobras para resolver la problemática, que comenzó a gestarse cuando se intensificó el ritmo de crecimiento demográfico en las zonas metropolitanas de los valles de México y Toluca.


Varios factores adversos a los intereses y satisfacción de las necesidades de agua de la población se combinaron durante décadas, desde la desatención a las fuentes superficiales y subterráneas, hasta el abandono de las redes de distribución, que se deterioran, rompieron y con ello dieron lugar a las fugas, que alcanzan cerca del 40 por ciento del total de los volúmenes enviados desde las fuentes.


La falta de una cultura de cuidado del agua ocasiona desperdicios, a ello se suma, en el caso de los municipios de la Zona Metropolitana del Valle de México, el robo de agua, tanto de las tuberías de conducción, como mediante pozos clandestinos, lo cual agrava el panorama.


Ahora resolver el problema de las fugas de agua es posible, pero extremadamente costoso y con dificultades para la población, porque la tubería es subterránea y deben abrirse las banquetas para repararlas. Pero aún superado este grave problema, seguirá el problema de fuentes de abasto del vital líquido.

Cuando se construyó e inauguró el Sistema Cutzamala, a principios de los años ochenta del siglo pasado se pensó que el suministro estaba garantizado para siempre y que no se necesitaba hacer algo para conservar las condiciones que hacen posible las lluvias en esa región mexiquense.


La pavimentación de miles y miles de hectáreas de recargas de agua, para construir colonias tampoco se percibió como un factor que cobraría la factura en el largo plazo. Y ahora tenemos el problema, como lo tienen y están en vías de resolverlo Monterrey, Guadalajara y la región de la Laguna.


La diferencia es que allá la escasez e insuficiencia de agua era por falta de infraestructura, y será resuelta en las tres zonas con un gasto federal de 40 mil millones de pesos, mientras en el Estado y la Ciudad de México es por falta de fuentes de abastecimiento, tanto de aguas superficiales como subterráneas. Todo por el descuido de 40 años en la atención a las condiciones que hacían posible la disponibilidad del recurso hídrico. Y esta es la dimensión del problema, que no todos percibimos porque nos concentramos nada más en lo que estamos padeciendo.


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